Esta serie pictórica se sirve de metáforas visuales para representar el espacio tiempo que recorre el dato desde que es percibido por el cerebro, procesado y finalmente almacenado.
Estación de Servicio, 2018. 100 x 180 cm. Acrílico, arena y papel encolado sobre lienzo.
El consumo compulsivo caracteriza nuestra era. Esta época trae, como toda revolución, cambios en buena parte de nuestra existencia: cómo producíamos, cómo consumimos, cómo nos comunicamos… en otras palabras, cómo evolucionamos. En esta ocasión hablaré de un consumo inmaterial, “la información”.
El acceso instantáneo y prácticamente sin censura a internet, ha devenido la facilidad de búsqueda de información en problemas cotidianos de procesa miento de la misma. A diario, recibimos una cantidad desmesurada de información que, analizándola desde un estado más sencillo, hablaremos de “datos”.
Ontiveros, E. (2017), en el artículo Economía de los Datos, afirma que Kroes (2011), Rotella (2012) y Arthur (2013) consideran los datos como “un nuevo recurso calificado como la «nueva gasolina»”,un medio del que poco a poco se va incrementando la dependencia y su relevancia. Sin embargo, el dato por sí solo no proporciona información, por lo tanto, para obtener valor y utilidad necesitáremos un procesamiento del mismo. Dicho esto, los datos, más que gasolina, son petróleo, por su necesidad de refinarlos para transformarlos en recursos beneficiosos y rentables.
El Vertedero, 2019. 100 x 190 cm. Acrílico, arena, papel encolado y geles sobre lienzo.
Torre de Control, 2019. 100 x 100 cm. Acrílico y arena sobre lienzo.
Los paisajes cerebrales son una serie pictórica que retrata mediante metáforas el espacio-tiempo que recorre el dato desde que es percibido por el cerebro, se procesa, manipula y finalmente se almacena. A lo largo del trayecto se irá encontrando diferentes islas (sinónimo de la individualización vivida en las grandes ciudades) o escenarios en mitad de la nada que albergan edificios que nos recuerdan a lo que observamos en un viaje.
Una gasolinera, la torre de control fábricas y almacenes son parte del paisaje que se va encontrando el dato a lo largo del trayecto. La escena siempre se compone de un foco de luz blanca alumbrando desde el mismo punto a una serie de objetos dispuestos a diferentes profundidades. Los cielos planos o la línea gris del infinito hacen referencia al modelado 3D que tanto ha influenciado la metodología usada por el artista a la hora de componer en un espacio 2D con acrílicos.
En definitiva los paisajes cerebrales se caracterizan por una estética industrial, repletos de humos tóxicos o grúas que recrean una sensación de deshumanización, la cual deviene del consumo compulsivo como máquinas que tanto nos caracteriza como sociedad.
Instant Highway, 2018. 150 x 150 cm. Acrílico, arena y papel encolado sobre lienzo.
Parque de Atracciones, 2020. 195 x 130 cm. Acrílico sobre lienzo.
Capricho Tropical, 2019.
40 x 40 cm. Acrílico sobre lienzo.
Wind of Change, 2019.
40 x 40 cm. Acrílico sobre lienzo.
Wind of Change, 2019.
40 x 40 cm. Acrílico sobre lienzo.
Puro atrezzo, 2019.
30 x 40 cm. Acrílico y arena sobre lienzo.
Gymkana aérea, 2019. 40 x 30 cm. Acrílico y arena sobre lienzo.
Amazonas2020.jpg, 2020.
100 x 130 cm. Acrílico y papel encolado sobre lienzo.
El Último, 2021. 40 x 60 cm. Acrílico sobre lienzo.
Siguiente Salida, 2021. 70 x 50 cm. Acrílico sobre lienzo.
Bruselas, 2021.
70 x 50 cm. Acrílico sobre lienzo.
Palacio de justicia. Díptico, 2021.
80 x 80 cm – 20 x 20 cm. Acrílico sobre lienzo.
Cosmopolitano, 2020.
150 x 112 cm. Acrílico sobre lienzo.
BeforeAfter
Cosmopolitano Virtual, 2021. Modelado 3D, renderizado y edición.
Bemarc, 2021. 40 x 30 cm. Tinta sobre papel arenoso.
Bemarc, 2021. Díptico 50 x 40 cm. Acrílico sobre lienzo
Bemarc, 2021. 5 x 5 x 9 cm. Impresión 3D, madera y acrílico.